La que está a punto de comenzar no es una temporada más para Servigest Burgos – C.D. El Cid. En primer lugar es la primera vez que se disputa por segunda temporada consecutiva la máxima competición nacional del baloncesto adaptado: la división de honor. Y se hace, además, con el firme propósito de asentar el equipo en esta categoría a través de un proyecto sostenible que aúna integración, deporte y empresa.
Por otro lado, las buenas sensaciones que dejó la pasada campaña hacen que la ilusión esté disparada y, como se sabe, la ilusión es un carburante de máxima eficacia que trae buenos presagios al equipo del barrio de Vistalegre. Unos recuerdos imborrables en su doble vertiente deportiva y social. En la cancha por el empuje y la competitividad mostrada por el equipo, que llegó a ser considerado la revelación de la liga, y en la grada por el inesperado y gratificante empuje que la afición de Burgos otorgó a la plantilla jornada tras jornada.
Con esas miras se traza el plan de esta nueva aventura. Por un lado, seguir siendo un equipo que se hace respetar por los contrarios y que no hace concesiones a la desesperanza, es la seña que se ha marcado en el aspecto deportivo. El horizonte a perseguir no puede ser otro que la permanencia en la categoría pero, usando el tópico, ir partido a partido, es la manera en que se ha de conseguir ese o mayores objetivos. Por otro lado seguir promoviendo la difusión del deporte adaptado entre los aficionados burgaleses y mostrando un espectáculo deportivo a la altura de cualquiera otro. Con la convicción de que el juego y el ambiente en las gradas se retroalimentan, llenar las gradas del José Luis Talamillo ha pasado de ser la utopía alcanzada a la alcanzable meta por conquistar.
Visto como se ha incrementado el nivel de las plantillas, el curso no se presume fácil pero, si de algo puede presumir el baloncesto en silla de ruedas, es de un espíritu de superación por encima de la media. Además si fuera sencillo, no sería tan apasionante.





